Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE.UU.: 2007909996
PÚBLICO AL QUE VA DIRIGIDO :Cualquier persona mayor de 18 años. Dirigida al público en general.
LIBRO I
1.1 Estados Unidos de América. Colinas Desesperanzadas, Estado de Maryland. Otoño de 1989.
Animada por el ritmo de “El Rock del Cocodrilo”, la puerta dejó que un hombre y una mujer se hundieran en la oscuridad de la habitación impregnada con los aromas de la fiesta.
Esta puerta ha traicionado a Liz. Ella deseaba parecer inalcanzable para excitar aún más a Joe, ya que Joe estuvo tratando de llamar su atención desde el primer minuto en que llegó al Castillo Místico.
Cuando le envolvió la cintura con sus brazos, Liz intentó retroceder hacia la pared pero...
La puerta resultó ser más dócil de lo que Liz había imaginado. Ahora él puede interpretar esta situación como voluntad absoluta de ella.
_ ¡No, no! ¡No, no puedo! Tú sabes, yo no estoy sola a-q-u-í. ¡No puedo cambiar de pareja tan rápido!_ musitó sin pausa Liz, dejando de respirar en brazos de Joe, al mismo tiempo que intentaba alcanzar un interruptor de luz. Encontró el pulsador y la habitación se llenó de una luz tenue.
_ ¡Oh!_ exclamó Joe, soltando a Liz por un momento.
La luz proviene de una enorme pieza de cristal con un cuerpo entero de mujer sorprendentemente bello encastrado en ella.
_ Querido, alcánzala, enfría tu fuego_ se rió Liz, tratando de liberarse del apretón de Joe.
_ ¡No, eres sólo a ti a quien deseo! _ Y, una vez más, sus manos se deslizaron por las caderas de ella, literalmente quemándole todo el vestido.
Liz arde de deseo y pasión. Y, luchando contra la fuerza de Joe, está, al mismo tiempo, alentando sus gestos descarados.
_ Escucha, _ susurra Joe _ Tú… tú eres la única que logró encenderme a primera vista. Cuando te ví hoy, a-q-u-í, en esta casa, con una copa en la mano… con este vestido, _ está tan excitado que apenas puede hablar. _ ¡Yo… Yo me estoy volviendo loco de pasión! ¡Te deseo! Ahora… _ le susurra a Liz en el oído, sintiendo cada una de las diminutas curvas de esta minúscula delicia con la punta de su lengua. Liz está a punto de perder el control; siente que una gran ola de deseo crece en lo profundo de su ser. Un instante más y esta ola destruirá todo lo que está a su alcance.
El olor natural del cuerpo de Joe, la colonia y el tabaco hicieron que todo comience a girar en la cabeza de Liz. Se da vueltas buscando un sillón pero, en ese mismo momento, Joe la despoja fácilmente de su vestido y...
No logra entender cómo sus propias manos se las arreglaron para desabrochar los pantalones de Joe tan rápidamente. Se los quitó con calzoncillos y todo, quemando sus palmas con el calor de su cuerpo...
La ola la golpeó, arrasando con el último pensamiento que le quedaba en su aturdida mente. Joe era justamente el hombre con quien había soñado durante esas noches de sábado, cuando solía evadir los pedidos irritantes de su marido leyendo una revista de muchas páginas.
Joe estrujaba sus pechos mientras ella cruzaba las piernas alrededor de sus caderas, abrazándole los hombros y dándole un largo beso. Joe la levantó un poco, acariciándole su mojado y apetitoso punto, quemando aún más a la mujer ya ardiente.
Gimiendo de placer, Liz desciende más y más, moviendo sus caderas muy suavemente y presionando todo su cuerpo contra el de él. Apenas puede evitar lanzar un fuerte grito, mordiendo, en cambio, la lengua y los labios permisivos de Joe.
La blanca explosión los sacudió a ambos de manera simultánea, y comenzaron a temblar como una flor en el viento cálido.
El traje de etiqueta blanco no evitó que Harvey se recostara en el suelo sobre el pelo alto de la alfombra. Hay una botella de whisky justo ahí, a su lado -puede verla-, pero no tiene la fuerza suficiente como para alcanzarla y servirse un poco… La luz enfocó en la botella tornando su contenido en una pieza de ámbar que hipnotizaba a Harvey.
Zambulléndose en el resplandor de este ámbar, ve las escenas del pasado más reciente...
Destellando bajo el sol, las monedas volaron adentro de la cabina del peaje. Cayendo con un cling cling de setenta y cinco centavos dentro del medidor, encendieron la luz verde.
_ ¡Bien hecho!_ dijo un policía negro con cara de película de acción y mirada penetrante de pantera.
Su sonrisa se reflejó en el costoso automóvil de Taylor y en las rosadas rodillas de Liz que se elevaban casi por encima de su cabeza.
“Si tan sólo pudieras ver el resto de ella…” Harvey pensó en ese momento con placer, saludando al sargento de manera burlona.
Los cubos de hielo se están derritiendo en un vaso…
Luego de fusionarse con la autopista de peaje de Nueva Jersey, la ruta Interestatal Nº 95 corre en dirección al sur.
Comenzaron a tocar “La dama de rojo…” y los pensamientos de Harvey regresaron a aquellas 24 horas de locura. Ahora parece como si hubiera sucedido hace mucho tiempo, en otra vida…
Sí… Era fines de mayo… Hacía varios meses… Pero cómo ha cambiado todo... Aquel día… Estaban regresando… Sí… La ruta Nº 95 corría en dirección al sur… Recostada en un asiento del auto reclinado bien hacia atrás, Liz dormía plácidamente reposando sus hermosas piernas contra el vidrio del parabrisas.
¿Estaba durmiendo? Mejor dicho, recordando esos días maravillosos que habían pasado en Atlantic City. O bien, pudo haber desviado su pensamiento hacia la semana laboral que se aproximaba.
Perdiendo sus fuerzas, Joe relajó las manos, dejando a Liz caer al suelo. Permanecieron callados -cada uno sobreviviendo la tormenta de orgasmo que acababan de atravesar. Liz se levantó enseguida: aún de rodillas, apabulla a Joe con sus besos calientes que lo recargan de nueva energía... Los brazos mojados de ambos vuelven a entrelazarse, y…
Aquella mañana casi no había nada de tráfico en la I-95.
Harvey conducía por la fila del medio, no a gran velocidad. En determinado momento, le dirigió una mirada a una rubia chic en un Cabriolet rojo que se adelantó rápidamente, meneando sus cabellos en el viento como una bandera... Fue por ello que él no pudo ver que un camión cisterna que circulaba por el carril opuesto había cambiado su dirección de repente…
Ahora recuerda cómo instintivamente tiró el auto hacia la derecha aunque el lugar de la supuesta catástrofe estaba aún lejos. El camión cisterna chocó contra el guardaraid, pero en lugar de quedarse allí atascado, fue lanzado nuevamente hacia la ruta. Estallando en llamas, el camión chocado volcó cruzándose de carril, y su cisterna de múltiples toneladas voló por encima de la barrera divisoria. Ahora se dirigía a gran velocidad en la dirección de Harvey, derramando gasolina de su cilindro roto. La rubia del Cabriolet clavó los frenos inmediatamente; esto hizo que su auto girara sobre sí mismo rápidamente sobre la mancha de gasolina. En un instante, el auto estaba en una zanja.
_ ¡Eres aún más fantástica de lo que imaginaba!_ Joe exhaló como un cumplido a Liz, mientras se estiraba en la alfombra, hundiendo su cabeza en las rodillas de Liz.
Liz se siente demasiado bien, demasiado relajada como para mantener una conversación. Se quedan en silencio durante varios minutos hasta que los sonidos del mundo que los rodea se apoderan de sus mentes.
Los amantes permanecieron abstraídos por un buen rato hasta que el ruido de la fiesta penetró en sus mentes. La música de Elton John abrió paso a “La dama de rojo…”, acompañada por un coro de voces alcoholizadas.
Mientras tanto, el doctor Harvey Taylor, un destacado especialista en cirugías de tumores de rápida progresión, yacía en el suelo pensando en su más reciente pasado…
…Sí… En ese entonces, accedí a internar al señor Stanson en mi hospital para realizarle un tratamiento, a pesar de que allí solo hago investigación y trabajo en el desarrollo de los métodos de cirugía más innovadores. ¿Por qué acepté? ¿Fue solamente por dinero? No… No solamente… Desde el punto de vista profesional, su enfermedad era un caso interesante para la ciencia…
Luego de que por fin se despertara, el Profesor tomó un puñado de papas fritas, las metió en su boca y comenzó a saborear su gusto salado.
Bueno…Este paciente de 60 años es un candidato a Senador. No sólo tiene millones de dólares, sino también una cirrosis que presenta una amenaza tanto para su propia vida como para la esperanza de sus votantes…
Joe estaba besando los hoyuelos de las encantadoras rodillas de Liz cuando oyeron un extraño crujido que venía de la vidriera.
…No era necesario hacerle una prueba de HIV al paciente… Ni su edad ni su estilo de vida mostraban ningún indicio como para hacerlo. Sin embargo, el deseo de probar mi propio método nuevo fue…_ pensó el ebrio cirujano mientras se levantaba del suelo.
_ No es posible, hay…_ Joe trató de detener las manos de Liz, pero se paralizó en el mismo instante, sin posibilidad de terminar la frase. La silueta del dueño de la casa apareció detrás de la vidriera iluminada. El Profesor Harvey Taylor se estaba acercando a ellos, masticando papas fritas.
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1.2 Colinas Desesperanzadas. Fines de mayo de 1989.
Saliendo de York Street desde la autopista Interestatal y diez minutos más tarde, Harvey estacionó su auto frente al edificio de tres pisos, en uno de los barrios más prestigiosos de la ciudad.
Era apenas fines de mayo, pero el sol caliente de Maryland ya estaba quemando. La humedad había penetrado por todas partes. El aire parecía consistir únicamente de agua. Sonriéndole a algo en su sueño, Liz acariciaba con delicadeza la rodilla de Harvey, tal como lo había hecho durante casi todo el tiempo que duró el viaje. Seguían sentados en el automóvil sin apagar el motor... Harvey había visto a mujeres como Liz antes, aunque sólo en televisión. Era difícil adivinar su edad - había veces en que creía que no llegaba ni siquiera a los veinte. Sin embargo, en este preciso momento estaba mirando a una encantadora y madura mujer cuyo cuerpo dormido irradiaba pasión, despertaba sus deseos, y cuyo cabello en el asiento del auto...
Hundiendo las manos en su cabello, Harvey estalló de éxtasis recordando aquellas noches de locura con Liz… No dejaba de besarle sus hombros, sus manos... Y ella se despertaba aceptando sus besos apasionados…
La primavera de 1989 pintó a Colinas Desesperanzadas de la manera en que un pintor principiante y exaltado lo hubiera hecho: el verde brilloso del césped bien mantenido, contrastaba de manera deslumbrante con el azul brillante del cielo y con la llama carmesí del geranio en las fachadas de los edificios blancas como nieve.
Un solitario pino justo en el centro de la curva del lado izquierdo de la autopista, siempre ha servido como una especie de referencia para Harvey. Cuando veía este árbol, sabía que era hora de reducir la velocidad y, sin clavar los frenos, de comenzar a deslizarse por el sendero bordeado de pinos que conduce a su casa.
Aquí, en una pequeña colina, justo después de la curva hacia Green Spring, estaba la gran mansión de Harvey, construida al estilo neoclásico -con columnas y pórticos. Cada vez que entraba a Green Spring, en este preciso lugar donde la calle se abre paso hacia un bosque angosto pasando los campos, Harvey se sentía inefablemente triste. Este sentimiento se hacía aún más intenso durante el ocaso, cuando los suaves rayos de sol parecían tocar la copa de los árboles, inundando todo cuanto los rodeaba de místicas sombras y de silencio. En el crepúsculo naciente, lo invadía la ansiedad por ver la casa donde había nacido y donde habían vivido sus padres durante casi toda la vida.
Harvey sabe que este sentimiento melancólico se retrotrae a su niñez, al día en que se perdió en el bosque vecino…
El Profesor Taylor adora su casa y se siente orgulloso de ser él mismo quien diseñó su reconstrucción. Solo la fachada del edificio trae a la memoria la época de Jefferson. La mansión en sí es una casa ultra moderna, amueblada de acuerdo con la insolente imaginación de su dueño, así como también con su espíritu inagotablemente innovador.
El espacio de tres pisos de este edificio fue despojado de casi todas sus divisiones. Un living inmenso, con varias barras con bebidas y una cocina, una estructura de escaleras transparentes que bajan al sótano y suben a las habitaciones de los huéspedes y a la oficina de Harvey, conducen hacia un acogedor patio interno con su pearl -una gran piscina azul- escondida en el matorral.
No obstante, más allá de toda duda, el verdadero orgullo del dueño de esta mansión era el quirófano, equipado con toda clase de aparatos ultra modernos, especialmente diseñados para la investigación médica. Éste no era un mero quirófano -se trataba de un centro de investigación bien equipado-, y nadie, absolutamente nadie, sabía de su existencia. Los ingenieros de la empresa constructora de un estado vecino no tenían idea de por qué sus empleados tuvieron que tirar abajo las paredes divisorias, hacer el sótano más profundo, e instalar todos esos complicados sistemas eléctricos, de sanitarios y de comunicación de red.
Los pocos invitados que visitaban esta casa ni podían imaginarse que, debajo del piso donde estaban bailando, existía otro piso, al cual sólo se podía acceder luego de elevar una de las falsas paredes -un acuario plano.
Este acuario increíblemente enorme, lleno de peces vivos, fue construido de manera tal que, aquellos que lo observaban desde el sótano, tenían la impresión de que era una ventana que daba al fondo del océano.
Es por esto que Taylor le daba a su casa el nombre de Castillo Místico -¡realmente estaba llena de misterios!
Luego de estacionar su auto, el profesor desconectó el sistema de alarma y entró a su Castillo Místico.
Quitándose la ropa mientras entraba, Taylor cruzó el living corriendo en dirección al jardín y se zambulló en el agua sedante de la piscina. Nadando en diferentes estilos, jugó como un niño. Primero se zambullía, y luego saltaba del agua como un delfín… Más tarde, se fue al sauna. Alternar el aire caliente con una ducha fría como el hielo ayuda a Harvey a relajarse. Se fue alejando cada vez más del recuerdo de las noches de insomnio que pasó con Liz, y del horror de la catástrofe en la autopista I-95 que había presenciado esta mañana. Taylor se puso una cómoda bata, se preparó un poco de te verde, y lo bebió de a sorbos, recuperando la calma con cada trago. Luego, el cirujano subió a su dormitorio, se lanzó en su inmensa cama y se quedó felizmente dormido.
Siete horas y media después, lo despertó la alarma del reloj de su computadora con el Largo de Couperin tocado en clavicordio.
El doctor abrió los ojos, corrió la manta hacia un costado y miró su propio reflejo en el techo espejado. Allí, en el espejo, vio un cuerpo bronceado, bien deportivo, pero evitó mirarlo por mucho tiempo -siempre le inspiraba fantasías sexuales-, y fue directamente a bañarse.
Luego de la rutina del baño, Taylor se guiñó un ojo a sí mismo con satisfacción y, todavía desnudo, salió al jardín. El fresco aire de la tardecita hizo estremecer su cuerpo.
Mientras hacía sus ejercicios, Harvey notó que, a pesar de que últimamente había gastado tanta energía, aún se sentía excelentemente bien, y estaba preparado para su guardia de veinticuatro horas corridas en el hospital.
Un omelet con jamón y una gran taza de café -¡y está listo para irse!
La radio daba las últimas noticias y la información sobre el tránsito. La autopista principal estaba congestionada en dos lugares debido a los restos de autos destrozados. Harvey hizo algunos cálculos y decidió, en cambio, tomar las rutas internas. No obstante, tardaría más, debido a que a esta hora la gente se dirigía al centro de la ciudad en busca de diversión. Harvey eligió su pequeño auto deportivo para este viaje -con este automóvil le sería más fácil sortear los embotellamientos.
1.3 Colinas Desesperanzadas, Hospital St. Mark.
El Profesor Harvey Taylor, dueño del Hospital St. Mark, dejó su auto en el estacionamiento y tomó el ascensor hacia el piso de la administración. Camino a su oficina, vio que titilaba la lámpara "Planta Nº 17. Emergencia". Ésta era la planta donde estaba internado uno de los pocos pacientes de la clínica de investigación de Taylor, el señor Stanson. El doctor fue directamente a la planta de Stanson. Mientras se dirigía hacia allí, Taylor oyó las voces de sus alarmados colegas.
_ Parece que tenemos problemas, ¿no? _ dijo Harvey en lugar de un saludo, fijando su mirada en la cara gris con ojos hundidos de Stanson. Colocando sus dedos en la fría muñeca del paciente, el cirujano le tomó el pulso.
_ Sí, señor, _ respondió el doctor Graber, examinando la curva en el monitor principal.
_ ¡La presión sanguínea baja rápidamente!
_ El ritmo cardíaco también se hace cada vez más lento, _ informaron otros médicos.
Los valores del análisis de sangre que aparecían en el monitor fue lo que más preocupó al doctor: esos valores mostraban que la función renal del paciente estaba decayendo.
Los médicos asistentes del turno entraron a la guardia y se quedaron inmóviles, esperando instrucciones de Taylor.
_ No se preocupe, Dr. Graber, _ dijo Harvey apretando los dientes _ ¡gracias por el trabajo que hizo hoy!_ Y continuó sin prestar atención al resto del personal, _ ¡Usted, Dr. Graber, y usted, Dr. Manfice, pueden retirarse! ¡No es necesario que hagan horas extras! Yo trataré de resolver este problema…
Taylor fue hacia la computadora para imprimir toda la información sobre el estado de salud del paciente durante las últimas veinticuatro horas.
_ Las placas radiográficas de la pantalla se hicieron hace diez minutos, yo pensé que tal vez... _ comenzó el doctor Manfice.
_ Gracias, doctor. No más horas extras. ¡Ya puede irse a su casa!
Taylor se apuró en examinar las radiografías y permaneció en silencio por un buen rato. Luego, arrancando el rollo con el papeleo de la impresora, Harvey exclamó de repente:
_ ¡Hola Susan!, ¡Hola Joe!_ dirigiéndose a los médicos asistentes que habían estado esperándolo durante todo este tiempo. Luego ordenó:
_ ¡Diálisis! ¡De inmediato! ¡Riñón artificial! ¡Debemos empezarla lo antes posible! ¡Y nuevas radiografías a mi oficina, rápido!
A continuación, miró todos los papeles que acababa de imprimir e hizo una broma de mal gusto:
_ ¡Vamos a leer esta historia!… ¡Les contaré… Sobre mis aventuras en Atlantic City… más tarde!
Después de llegar a su oficina con un manojo de papeles y las placas radiográficas, Harvey miró fijamente el monitor que mostraba la Planta Nº 17. Vió cómo la atractiva figura de Susan, un cuerpito perfecto que parecía tallado en madera negra, colocaba los catéteres en el cuerpo del paciente. Le sonrió en complicidad al doctor chino que la asistía. Taylor les sonrió también a los dos -él compartía el pequeño secreto de ambos.
Ya hacía dos meses que les venía designando los mismos turnos. Comenzó a hacerlo después de ser testigo del juego amoroso entre ambos. Aquella noche, ni siquiera se dieron cuenta de que la cámara de la planta estaba encendida. Después de haber disfrutado observando sus escenas de sexo varias veces, Harvey decidió que la cámara ubicada en la guardia donde la pareja tenía sus encuentros debía apagarse.
Sentado en su escritorio, Taylor se dijo a sí mismo:
_ Durante el tiempo en que el señor Stanson estuvo en mi hospital, su estado de salud ha mejorado. ¡Sí! ¡La función de su hígado se ha normalizado y las formaciones cirróticas estaban cicatrizando gradualmente! ¡Y ahora esta falla inesperada en el riñón!
Taylor estudió las radiografías de la uretra y los vasos sanguíneos, y llegó a la conclusión de que un coágulo de sangre (¿o tal vez un pedazo de tejido rechazado?) estaba obstruyendo el vaso renal principal - esta es la razón por la cual todo el organismo dejó de funcionar normalmente. ¡El candidato a Senador fue traicionado por su pasión por la cerveza, la bistecs con papas fritas y los cigarrillos! En este caso, la terapia no surte ningún efecto.
Alguien golpeó a la puerta. La puerta se abrió de inmediato y Susan entró con nuevas radiografías. Sin siquiera darle una ojeada a éstas, Taylor no dejó que Susan emitiera ni una palabra, y dijo:
_ ¡Necesitamos una cirugía de urgencia: resección de la parte dañada de la arteria renal y su reemplazo con una artificial!
_ Una operación de rutina, _ asintió Susan _ no debería ocasionar ningún problema con la compañía de seguros, aún si lo hacemos sin el consentimiento del doctor de cabecera del señor Stanson!
_ ¡Estamos hablando de un posible candidato para un puesto en el Senado de los Estados Unidos, no de un paciente común, Susan! ¡Quiero que se comunique con la compañía de seguros y con el doctor de cabecera de inmediato! ¡Y no se olvide de llamar a mi abogado!
Inclinándose hacia el micrófono del intercomunicador, el Profesor llamó a Joe. Mirando su cara de preocupación en la pantalla, Taylor dio la orden:
Preparación pre-operatoria. ¡Instrumentos y anestesia como en el Plan Nº 4!
Luego, Harvey se dirigió al laboratorio donde analizó con sumo cuidado los resultados de los análisis de urgencia.
Los resultados de los análisis confirmaron lo que las ecografías y las radiografías habían mostrado. Luego de calcular el algoritmo de la operación, el cirujano se sentó para buscar los casos en los pesados volúmenes del Código Médico -al Profesor no le gustaban las sorpresas, especialmente en el campo de las finanzas.
Cuando sonó el teléfono, Harvey miró su reloj -no hacía ni siquiera una hora desde que había llegado al hospital. Susan le comentó que había hablado con el doctor de cabecera del señor Stanson y con el representante de la compañía de seguros. Todo estaba arreglado. Con cierto tono de tecnicismo en su voz, ella agregó que no sólo los miembros de la familia de Stanson, sino también algunos periodistas, incluyendo a la preciosa María Spaghetti del canal cuatro, lo estaban aguardando en la sala de espera. Harvey se acercó a la ventana y miró hacia la calle. Efectivamente, había varios automóviles costosos estacionados cerca del hospital, y una camioneta de televisión con una antena en el techo.
_ ¡Maldición! ¡Lo que me faltaba en este momento!_ gritó furioso. _ ¿Quién los llamó?
_ ¡Se llama Libertad de Prensa, doctor!
_ ¡Reúna ya a los integrantes de su familia y a los abogados en mi oficina!
_ ¿Y los p-periodistas?
_ ¡Llévelos a la sala de reuniones!
El cirujano apareció en su oficina delante de la familia del paciente, con todos los documentos importantes. Luego de una detallada descripción sobre el estado de salud de Stanson, Harvey hizo que los parientes firmaran su consentimiento para realizar la práctica quirúrgica.
Cuando Taylor entró a la sala de reuniones, la audiencia quedó paralizada por unos instantes, pero enseguida flashes fotográficos caían como granizo, los reflectores emitían sus haces de luz y los periodistas comenzaron a bombardearlo con preguntas. Una vez más, Taylor describió el estado de salud del paciente. Luego, les dijo a los periodistas que había recibido el consentimiento de la familia para la cirugía. Tuvo que responder múltiples preguntas, no sólo sobre la salud del político, sino también sobre los eventos de caridad realizados en el estado, los proyectos de asistencia médica a los pobres, y hasta sobre los programas de presupuesto y la posibilidad de abrir un Teatro Español con la ayuda de inmigrantes mejicanos. Harvey dio un cierre a la conferencia de prensa, manifestando a los periodistas sobre la necesidad de descansar un rato antes de la cirugía. No obstante, no se olvidó de lanzarle un par de piropos a María, ganando así una invitación a cenar. Los dos acordaron que se llamarían más tarde.
La cirugía tardó alrededor de dos horas. El doctor Taylor la llevó acabo, desde el principio hasta la última puntada de sutura al final. Dejando que sus asistentes se hicieran cargo de la rutina post quirúrgica, Harvey regresó a su oficina y encendió la televisión.
El noticiero dio un informe detallado del reciente accidente en la autopista I-95. Las imágenes televisivas mostraban la armazón de varios autos quemados. La única víctima era una joven estrella de rap, Jaclyn Midway. Harvey reconoció a esta hermosa joven negra con una peluca rubia y su Cabriolet rojo…
Luego apareció en la pantalla el edificio de su hospital y el hermoso rostro de María, y él mismo, dando una conferencia de prensa esa noche.
La voz tranquila de Susan anunció por el intercomunicador:
_ Stanson recibió un tratamiento complejo con depresores inmunos, además de una dosis de antibióticos. Los valores sanguíneos principales están dentro de los límites normales, y el ritmo cardíaco es bueno.
Harvey ordenó que trasladaran a Stanson nuevamente a la Planta Nº 17 y que activaran el SMD (Sistema de Monitoreo Directo). Volviéndole a su mente las sonrisas cómplices que Susan y Joe habían intercambiado ese día, el jefe le recordó a Susan sobre otros pacientes graves de quienes ella debía hacerse cargo esa noche. Luego de un seco “¡Sí, señor!” “¡Lo haré, señor!” “¡Gracias, señor!”, el intercomunicador enmudeció.
1:27 a.m.
La usual taza de café a esta hora le hizo acordar a Liz. Harvey recordaba el fresco toque de su piel y el gusto de sus labios. Quería llamarla y hacerle un comentario sarcástico, algo como: “¿Qué estás haciendo ahora que ya dormiste todo el día?” Ya había levantado el auricular de teléfono, pero afortunadamente algo evitó que lo hiciera, y volvió, a en su lugar.
En primer lugar, iba en contra de sus principios tratar cualquier asunto que no tuviera que ver con el trabajo del hospital. En segundo lugar, al esposo de Liz podría no agradarle su pregunta, ¡especialmente a medianoche!
Dejando de lado sus agradables recuerdos, el Profesor examinó el DCS para obtener datos de la planta Nº 17. Todos los parámetros estaban bien.
_ Solamente su temperatura está bastante alta todavía… Aunque es un efecto secundario esperable de la operación… _ pensó Harvey, mientras sacaba un manuscrito de su escritorio.
Harvey Taylor se ha dedicado de lleno a la investigación científica. Rechazó los placeres y los lujos de una vida descuidada que los millones que había heredado podrían brindarle. El dinero regresó a su casa, en lugar de sus padres, quienes fallecieron en el accidente aéreo.
Tenía quince años en ese entonces. Sus padres no regresaron de sus vacaciones -el avión se estrelló durante el aterrizaje… Aún estaban vivos cuando el equipo de rescate llegó, pero...
Este hecho terrible había despertado el interés de Taylor en el problema del transplante de órganos. Todo lo que hacía más allá de esta investigación estaba igualmente relacionado con ella, dándole fuerzas renovadas y un nuevo punto de vista. El joven científico consultaba a los especialistas más destacados en el campo de transplante de órganos y utilizaba todo el conocimiento adquirido para desarrollar y profundizar su propia teoría nueva. ¡Y no sólo la teoría! Utilizando animales domésticos y monos para sus experimentos, Taylor aprendió a transplantar casi todos los órganos. Durante los últimos diez años, ha desarrollado nuevas técnicas e instrumentos quirúrgicos. Y ahora la sorpresa: Harvey tenía que realizar todas estas operaciones increíblemente complicadas por sí solo, con el único fin de mantener el secreto.
Influenciados por el espíritu puritano de la comunidad, los habitantes de este estado literalmente proclamaban la guerra a todos los doctores que se daban el gusto de interferir en las vidas privadas de los contribuyentes que cumplían rigurosamente con la ley, ya sea en cuanto al aborto, el implante de mamas, o el transplante capilar.
Esta es la razón por la que Harvey mantenía en secreto su investigación y debió gastar un tercio del dinero heredado para la reconstrucción de su casa. Su trabajo científico secreto lo condujo a un descubrimiento sensacional sobre la existencia de algunas similitudes entre el funcionamiento del sistema inmune del ser humano luego de ser transplantado y cuando una persona está infectada con HIV.
Sin embargo, el doctor Taylor no quería publicar los resultados de su trabajo. No se esforzaba para conseguir la noticia del día. ¡Su objetivo era lograr que el tratamiento fuera absolutamente infalible! Siendo así, ninguno de sus posibles oponentes podría negar una sola letra de SU teoría, ¡SU descubrimiento! Y luego...
El Premio Nóbel... ¡Su nombre, escrito eternamente con letras doradas en la Historia de la Humanidad! PODER ABSOLUTO… P-O-D-E-R sobre aquellos que hoy poseen los tesoros del mundo… ¡La Vida de un S-E-M-I-D-I-O-S! ¡Qué magnífico propósito! ¡Uno puede darse el lujo de privarse de ciertos pasatiempos aburridos los viernes por la noche sólo para alcanzarlo! Y luego…
Harvey estaba tan concentrado en su manuscrito que no se dio cuenta que dos luces rojas titilaban en los monitores del Sistema de Monitoreo Directo.
Sólo el sonido alarmante del monitor cardíaco hizo que Harvey levantara su vista hacia los monitores: la temperatura de Stanson aumentó abruptamente y los valores sanguíneos literalmente paralizaron al doctor -¡la cantidad de impurezas en la sangre de su paciente era increíble! ¡Los riñones del candidato a Senador no funcionan!
_Como si hoy no hubiera habido operación..._ murmuró Taylor.
1:58 a.m.
Su mano se detuvo antes de que pudiera presionar el botón de “Personal de Emergencia”:
_ Debo averiguar por qué la cirugía fue un fracaso y debo hacerlo yo mismo, antes de que alguien más lo descubra. ¡Fui… yo… quien operó… yo sólo! ¡Y no hubo complicaciones! En cientos de cirugías similares los resultados fueron maravillosos…
Una fría transpiración cubrió al doctor antes de que terminara de correr por dos pasillos y dos pisos, y se encontrara frente a la Planta Nº 17. Allí, en la lujosa cama de estilo veneciano, rodeado de sueros, cables y aparatos, Stanson se estaba asfixiando. El aspirador de saliva no logró absorber toda la espuma de color marrón rojizo que salía a borbotones de sus labios y goteaba sobre la almohada… El cirujano insertó un tubo más entre los dientes apretados del político…
El dueño de la clínica se dio cuenta de que no era sólo ese hombre rico el que se estaba muriendo, sino que él también, ¡Harvey Taylor! ¡Su carrera, su vida y SU futuro! Ya no le quedaban dudas de que fue él quien había cometido un error durante la operación.
_ ¡Debo encontrar este error y corregirlo! ¡Encontrar y corregir! ¡CORREGIR!
Antes que nada, hay que conectar a Stanson a la máquina de diálisis y al respirador. No será fácil de hacer. Las máquinas son muy grandes y no se las puede trasladar. Están en el quirófano, que está bastante cerca, la segunda puerta bajando el pasillo...
Temblando, Harvey se preparaba para trasladar a su paciente a la sala de operaciones. Un pensamiento le venía a la mente una y otra vez: _ ¿Dónde pude haber errado? ¿Dónde? ¿En qué momento?
2:04 a.m. Planta Nº 17
Taylor estaba terminando de preparar los aparatos; no obstante, sabía que estas medidas provisorias no salvarían la situación, sino que sólo postergarían la muerte de Stanson.
“Tengo que hacer algo; tengo que inventar algo. Está claro: sus riñones no funcionan. Pero… ¿por qué?
En determinado momento, se sintió completamente desesperanzado. De repente, como si algo lo hubiera golpeado, Taylor corrió hacia el ascensor y bajó al sótano. Allí encontró un carricoche manual grande.
_ Podría usar esto para trasladar a Stanson sin moverlo de su cama, y todos los instrumentos al quirófano.
Es extremadamente difícil acomodar una gran cama antigua con el paciente y todo en una plataforma rodante: ¡una persona no puede levantar tal peso! Además, el riesgo de arrancar los sueros conectados al cuerpo de Stanson es demasiado alto. Agitado, transpirado, enojado consigo mismo por el fracasado procedimiento, el jefe está a punto de romper esta plataforma rodante con sus propias manos... Por supuesto, si estuviera salvando a Stanson y no a él mismo... Sin duda, en ese caso, no estaría tirado en el piso de mármol, tratando de sacar uno tornillos oxidados con las pinzas quirúrgicas, sino que habría llamado a sus asistentes. En el peor de los casos, llamaría a la Emergencia… Pero…
Estuvo alrededor de diez minutos luchando con la plataforma rodante, ¡y ya todo está listo! Ahora puede trasladar todo este equipamiento electrónico, mecánico y químico, junto con este cuerpo moribundo, a la sala de operaciones.
_ Pero ¿qué pasa?
Todo este complejo sistema podía trasladarse hasta una cierta distancia que los cables permitieran. Una vez más, tiene que bajar corriendo, más rápido, más rápido, hacia el sótano.
_ Maldición, no hay nada aquí. Tengo que subir otra vez. Corriendo, corriendo otra vez… esta vez escaleras arriba, al piso técnico.
_ Aquí están los cables de extensión, acá están los conectores.
¡Ahora, otra vez a la planta de Stanson con todos estos materiales, rápido, rápido!
2:23 a.m. Quirófano
Stanson está en la sala de operaciones.
Echando un vistazo a su cara sucia con el pelo todo despeinado, Harvey lanza una carcajada histérica y regresa a su oficina. Todo está tal cual como estaba hace una hora, pero de repente se sintió...
En un instante se dio cuenta de que algo ha cambiado… Tal vez… t o d o c a m b i ó… Y ya nunca más volverá a ser como antes… Jamás…
“¡J a m á s!” Unos ojos llenos de satisfacción maligna le devolvían la mirada desde sus propios reflejos grotescos en espejos deformantes de brillantes superficies.
Taylor se sirvió un poco de coñac en su taza de café y lo bebió lentamente, saboreando cada pequeño sorbo. Luego se desvistió, fue a la ducha y se lavó todo el cuerpo lentamente, parte por parte. Una vez finalizado este supuesto proceso de desinfección, el doctor Taylor se puso su ambo esterilizado color turquesa claro. Se sujetó el cabello que le sobresalía del gorro y miró a su reflejo. Esta vez, le respondió con el frío resplandor de sus ojos llenos de hielo.
Un minuto más tarde, el doctor Taylor comenzó a examinar la placa de abdomen del candidato a Senador. Lo que vio lo impactó.
_ ¡Un error… Negligencia…Estupidez! ¡Años perdidos de investigación... Juventud perdida... Sin proyectos para el futuro… Me quitarán el Título de Médico y no podré ejercer nunca más la medicina!
_ ¡Soy un profesional! ¡Un especialista en cirugía reconocido mundialmente! ¡Cometí un error imperdonable, aún para un principiante!
Harvey examina minuciosamente algo una y otra vez, luego lo imprime y lo compara con los datos de la ecografía. No hay duda: la prótesis de Teflón de la arteria renal no estaba “soldada” al tejido del riñón.
_ ¡Esto es absolutamente increíble!
_ Pero si revisé la calidad de las suturas con un microscopio…
Así y todo… un extremo suelto del tubo de Teflón se movía libremente dentro del riñón, destruyéndolo y envenenando todo el cuerpo con sangre no filtrada desde la aorta abdominal.
Su mirada vacía recorrió los monitores, y su cerebro llegó a la indiferente conclusión de que si se cortaba la energía eléctrica en este momento, el señor Stanson moriría.
¡Y él, Harvey, ya no existe más de ninguna manera! Vio su cara pálida en el espejo del reflector. Sus ojos lagrimosos, normalmente verdes, aunque ahora prácticamente incoloros, lucían turbios…
Su revuelto cabello color castaño claro…
¡Sentía lástima de sí mismo! Por primera vez después de la muerte de sus padres, estaba llorando, llamando a su mamá e implorándole que lo salvara…
Como en ese entonces… en el bosque…
Por un momento, sus destellantes instrumentos quirúrgicos atrajeron su atención.
Moviéndose muy lentamente, como si fuera sonámbulo, Harvey se acercó a la mesa donde estaban ordenados todos los instrumentos esterilizados: cuchillos, jeringas, pinzas…
La frescura del gran bisturí hizo que sus palmas se tornaran agradablemente frías… ¿Cuántas veces había abierto el pecho de un ser humano? Salvando la vida de alguien... Construyendo la suya... Regresó a su habitación con el bisturí en sus manos…
_ ¿Más coñac?
Lo haré ahora…
_ Es mucho mejor que el final humillante que me espera cuando la comisión examine la causa de la muerte de Stanson.
Harvey miró el portarretrato con la foto de sus padres por última vez; su mirada se deslizó por los estantes con libros en su oficina, se colocó el bisturí en su pecho, y está listo para presionar en el lugar que él conoce tan bien…
El llamado del beeper rescata al doctor del horror y lo trae nuevamente a la realidad.
Taylor tira el bisturí, dando un estrepitoso golpe en el suelo. Literalmente arranca este beeper negro y cuadrado del cinturón de sus pantalones que están colgando justo delante de él. Taylor mira el visor del beeper y ve un mensaje solicitándole que llame a un número desconocido.
2:41 a.m Quirófano
Tratando de recordar de quién era el número, el cirujano se desplomó en el sillón y llamó. La lánguida voz de Liz parecía venir de otro mundo, del pasado lejano.
_ Hola, querido… Disculpa que te llame… No puedo dormir…
_ Hola, Liz
_ Cariño, ¿qué sucede? ¿No estás contento de que te llame? ¿Estás ocupado?
_ No, Liz, por supuesto que no…
_ ¿Tal vez querías olvidarte de mí?
_ ¿Olvidarme de ti?
_ Pero, ¿por qué tu voz suena tan fría y vacía?
_ Perdón, Liz. No es culpa tuya. Estoy cansado - eso es todo.
_ ¿Es una turno difícil? ¿Algún problema?
_ Sí…
_ Pero, mi corazón, tú eres mi hombre fuerte y viril. ¡Atravesaste el fuego y el agua, y ni siquiera pestañeaste!
_ ¿Así que no dormiste?
_ No, pero estaba tan asustada… Todavía lo recuerdo como un sueño horrible…
_ Sueño…
_ Tú me salvaste la vida… ¿no?
_ No sé, no había pensado en eso... Yo también estaba muy asustado.
_ ¿Ya viste las noticias? Esta mujer, se llamaba Jaclyn. Cuando cierro los ojos, puedo ver esta terrible imagen: un río de gasolina, un auto rojo dando vuelcos, y una muchacha que sale volando de él. ¡Ay, Dios mío!
_ Escúchame Liz, necesitas dormir. Tómate una pastilla. Te veré pasado mañana, como acordamos, y ahora, lo siento, yo-yo me tengo que ir… Mi paciente me está esperando…
Si antes de la conversación con Liz, Harvey estaba temblando entero, ahora se sentía mucho más tranquilo. Su conciencia estaba lentamente regresando de la desesperanzada frialdad de la muerte, y una frescura repentina penetraba en su corazón, en lugar de aquel bisturí. El tiempo y el espacio estaban perdiendo sus límites, y sólo un sonido -un ruidoso y confuso tum-tum- se apoderó de su mente. El doctor Taylor estaba buscando el origen de esos extraños ruidos por toda su oficina: miró en su escritorio, vació todos los cajones y hasta tiró una pila de disquetes de colores, desparramándolos como un abanico… todo en vano…
2:44 a.m.
Este “tum-tum” se tornó cada vez más intenso, y ahora sonaba como si algún objeto estuviera golpeando de manera constante contra otro. Estos sonidos se hicieron cada vez más fuertes, sacudiendo todo su ser. De pronto comenzó a sentir físicamente que este sonido no venía de afuera _estaba dentro de él. Algo está sucediendo dentro del doctor Taylor _ dentro de su cerebro y de su cuerpo.
Siente esos latidos medidos, y cada uno de ellos lo llena de energía y de impulso para actuar.
De repente, su cuerpo se volvió sorprendentemente liviano y flexible. Prácticamente, Harvey no lo sentía. Fue a la cocina a prepararse una taza de café.
El aroma del café no acompasaba con su tambor interno, y lo tiró. Sin embargo, una lata de gaseosa que abrió de un tirón lo refrescó y hasta suavizó esos latidos internos.
_ ¿Por qué YO debería resignarme? ¿Por qué YO debería morir?_ pensó Harvey. _ ¡Ni siquiera intenté hacer algo para salvarme a mí mismo! ¡Mi supervivencia está en mí mismo, en mi experiencia, en todo el trabajo que YO he realizado durante todos estos años! ¡Se puede salvar la vida de Stanson con un transplante de riñones! ¡Una cirugía de urgencia! Por supuesto que será difícil convencer a su familia y a sus amigos de que es inevitable, pero esa operación salvará su vida eventualmente. Será mucho más difícil justificarla ante el público _ todos esos miembros del partido, los periodistas y los grupos minoritarios. “¿Un transplante? ¿En nuestro estado? ¿Realizado a un candidato a Senador?!” Entonces, me tendría que mudar a un Estado más liberal. Aunque… perderé mi Castillo Místico.
¿Qué pasaría si mantengo el transplante en secreto? ¡Así parecerá que el doctor Taylor salvó la vida del señor Stanson en la primera operación!
La mente del cirujano funcionaba con claridad, y estaba sorprendentemente tranquilo.
_ Entonces, antes que nada, lo más importante es mantener todo en secreto. Necesito contactar al Banco Internacional de Órganos para ver si tienen riñones.
_ ¡Detente! ¡Lo primero que hay que hacer es asegurarse de que antes de que amanezca nadie del personal médico vea a Stanson en el quirófano!”
El Profesor regresó a su oficina, imprimió los datos del DCS, y luego borró toda la información sobre lo que le había sucedido al señor Stanson después de la 1 a.m.
A continuación, Harvey verificó el sistema de monitoreo de TV del hospital, para ver qué estaban haciendo sus empleados - guardia por guardia, piso por piso.
Todo acontecía normalmente: el hombre de seguridad está mirando la televisión en su cabina de la entrada; el personal médico se está preparando para las rondas matinales.
Mary, la enfermera, está durmiendo su siesta en su escritorio, con la cabeza apoyada en los brazos.
Ésta era la primera vez que Harvey se arrepintió de haber sacado la cámara de la Planta Nº 11, guardia que tanto les agradaba a Susan y Joe.
_ Bueno, tendré que mirar a esos dos... ¿Y qué hay sobre el personal de los pisos restantes? ¡No, no vendrán a este piso sin mi permiso especial! _ el cirujano se dijo a sí mismo...
_ ¡Significa que tendré que neutralizar solamente a tres personas en este piso: la enfermera Mary del turno noche y los dos enamorados!
_ Aunque… no necesito preocuparme por Susan y Joe, _ el cirujano se contestó a sí mismo, imitando la voz del intercomunicador. _ Por supuesto que no van a detener su juego amoroso ahora, pero cuando llegue la ronda de la mañana, ¡estarán trabajando mucho!
Taylor no sabe exactamente cuánto tiempo le llevará poner en marcha su plan. Por eso preparó tres jeringas con un hipnótico de efecto prolongado y, muy sigilosamente, salió de la habitación.
Se detuvo por un momento en el medio del pasillo. Silencio absoluto. Sólo el tambor interno en la cabeza de Harvey está contando uno por uno los minutos de su nueva vida…
Encontró a Mary durmiendo con su cara enterrada en el libro. Caminó a hurtadillas hacia ella como si fuera un ladrón y le dio una rápida inyección. Tuvo que taparle la boca con la mano durante unos segundos para evitar que gritara.
_ ¡Mary dormirá plácidamente durante otras 10 horas!
De la misma manera furtiva, Harvey subió por el pasillo a la planta Nº 11. Un rayo de luz difusa y dulces gemidos pertenecientes a Susan, provenían de una puerta apenas entreabierta.
_ No hace falta tener una vívida imaginación para adivinar la escena - los quejidos de Susan y la fuerte respiración de Joe hablan por sí solos.
El doctor maldijo y regresó a su oficina.
_ Bueno, este doc chino Joe parece ser un profesional no solo en anestesia… ¡Y Susan tampoco es una principiante! Tal vez, fue tonto de mi parte no ceder al juego seductor de Susan la primera vez que vino a trabajar para mí.
2:57 a.m.
Apenas Harvey oyó la voz de un representante del Banco Internacional de Órganos, comprendió lo inútil de esta llamada telefónica: si oficialmente debía pedir un transplante, ¡entonces todo el mundo se enterará sobre esta segunda operación!
Además, hay una lista de espera, y hay gente que hace años que está esperando órganos donados… Muchos pacientes mueren antes de que llegue su turno…
Su tambor interno comenzó su latido una vez más, y Harvey corría velozmente por la habitación quejándose de su ritmo alocado, anhelando su salvación. Falta sólo un par de horas para el amanecer, y todavía no tenía ninguna solución...
Su mamá corre hacia él. Está llorando y riendo al mismo tiempo, gritándole a su papá, quien la está siguiendo:
Sintió la calidez de los brazos de su mamá, y de sus ojos brotaron lágrimas que cayeron directamente en el vestido de ella. ¡Se sentía aliviado y relajado!
Los ojos azules de ella ocultan fragilidad, sus mejillas encendidas incitan a una encantadora lejanía...
Las palmas del niño sintieron la piel sedosa de mamá al bajarle las tiras de su vestido rojo, tocándole suavemente los hombros, llegando luego hasta su joven pecho que respirando con excitación...
Se dio vuelta hacia la ventana solo por un momento, para cerrar las persianas… Cuando volvió a mirar, ella ya no estaba allí, y la habitación tampoco era la misma. Era un gran salón lleno de gente, y no entendió lo que estaba sucediendo hasta que miró un pizarrón grande y se dio cuenta de que era él que estaba defendiendo su Tesis Doctoral… Las puertas se abrieron de par en par y trajeron dos grandes cajas cubiertas con banderas norteamericanas, pero el no sabía que éstas eran…
Un silbido en sus oídos, parece como si sus órganos internos saltaron hasta llegar a su garganta, y no hay aire para respirar. Hace demasiado frío, no se puede levantar de la silla, ni siquiera puede desabrocharse el cinturón de seguridad... Mamá estiró los brazos para alcanzarlo y lo llamó, y lo llamó, y el avión se partió en dos. Y él dejó de vivir. Sin embargo, una sensación extraña hizo que abriera los ojos otra vez...
Vio a una mujer acostada en la cama con él. Sorprendido, está mirando su cuerpo avanzado en edad con pezones de forma extraña que se parecen a los pequeños dedos de un bebé. Desplegada en la cama, ella sonríe en su relajado sueño…
Luego, la mirada de él se focaliza en el techo espejado de su habitación… De repente, una ráfaga de viento que provenía de este negro cielo estrellado corrió por sus piernas y su estómago, y cuando finalmente sintió que los labios de alguien le tocaban su pene, se dio cuenta de que un gran bisturí refulgente se acercaba a su rostro...
_ ¡No quiero! ¡No quiero! ¡No quiero! ¡No quiero!
_ ¡No qui-e-e-ro! ¡Quie-e-e-ro!_ su fuerte grito hizo trizas el sueño y trajo al cirujano de vuelta a la realidad. Temiendo que alguien pudiera oír su grito, Taylor apretujó su boca con sus dos manos.
Completamente exhausto y vacío, el Profesor caminó hacia el quirófano y enfrentó la mirada desértica del señor Stanson. Una sola cosa puede salvarlos a los dos- ¡el transplante!
_ Necesito un riñón, mejor dos. ¡Y un hígado nuevo sería fantástico! Pero, ¡¿dónde consigo un donante?!
Lo azotó un nuevo ataque de histeria. Dejando un lugar mojado en la pared, Taylor se desplomó en el suelo…
_ ¿Dónde se supone que consiga un donante? ¿Y cómo diablos sabré que el tejido de este donante es compatible con el del maldito Stanson!
De repente, se dio cuenta de lo que debía hacer y corrió hacia la computadora para conseguir información médica sobre los miembros del personal.
_ ¡Ninguno de lo que están actualmente en la clínica tiene el ADN idéntico al del candidato a Senador!_ gritó Harvey, como si estaría dando un informe a alguien.
Cuando verificó el resto del personal médico, se encontró con el doctor Víctor le Raun y la doctora Ofra Peterson. ¡Le Raun está de vacaciones en Europa!
La única persona que podía ayudarlo esa noche era… Ofra.
Hacía dos días que caía lluvia sin parar. El sombrío día careció de mañana, y parecía que tampoco tendría tarde. Había solo semi-oscuridad de mal tiempo por todos lados. La clínica estaba buscando candidatos para un experimento con plasma. De un total de veinte voluntarios que se habían enterado sobre el experimento en un diario gratuito, se seleccionaron sólo a tres, y todavía faltaban dos personas más para conformar un grupo experimental con validez.
Ella entró caminado, sintiéndose bastante cómoda, e inclusive, demasiado relajada para una persona que eligió - aunque sea por una suma atractiva- formar parte de un experimento riesgoso para la vida. Mientras completaba los documentos, Harvey disfrutaba mirando su bronceado rostro europeo con rasgos proporcionales. Detectó algún tipo de fuerza escondida en la mirada que sus ojos marrones proyectaban. No parecía norteamericana, aunque su inglés era perfecto.
Harvey contemplaba su negra y abundante cabellera, mientras que ella contestaba a sus preguntas con orgullo y tranquilidad. Pensando detenidamente una de las preguntas, la dama no se percató de que el cigarrillo que había empezado a fumar al principio de la conversación se consumía a fuego lento. Se convirtió en un largo palillo gris que iba a caer sobre su vestido. Por un momento, hubo un muro de delicadas lágrimas en sus ojos. Harvey estaba cautivado mirándola fijamente; no podía derrumbar este extrañamiento.
Finalmente, el cigarrillo se rompió en la línea del filtro y sus cenizas grises se cayeron y se diseminaron en polvo.
Sacudiéndose por el fuerte golpe de su tambor interno, la conciencia de Harvey lo hundía cada vez más en el calidoscopio de recuerdos... Cayéndose en pedazos como las cenizas, Taylor notó la hora en la pantalla:
3:11 a.m.
Sacudiéndose las cenizas de su vestido, ella soltó una carcajada cuando Harvey hizo un intento torpe para alcanzarle un cenicero. Más tarde, estaban cenando en el piso 23 del Hotel Central. Se estaban divirtiendo: Harvey le contó unas situaciones cómicas que había vivido en sus años como practicante de medicina y Ofra se rió muchísimo. De vez en cuando, una sombra de pensamiento empañaba el rostro de ella y sus ojos se perdían en la oscuridad.
La ciudad yacía debajo -detrás del vidrio bañado por la lluvia- destellando intermitentemente con escudos de publicidad y manchas de luces. El río de borrosos círculos amarillos y rubí de las luces de los autos fluía por la calle Charles.
El pasado capturó ávidamente el cerebro de Harvey, hipnotizándolo, desviándolo de la decisión que debía tomar.
Ofra resultó ser una refugiada de Israel.
Se casó con un gran muchacho - un piloto de la Fuerza Aérea Israelí - cuando era muy joven. Sin embargo, la felicidad de ambos no duró mucho. Su esposo falleció en una pelea de borrachos, y Ofra quedó sola con su hijo pequeño, dedicándole toda su juventud a él y a su trabajo. Los años pasaron rápidamente; las guerras en Medio Oriente cambiaron una y otra vez. Tratando de salvar a su hijo de que muriera en las llamas del conflicto Árabe-Judío, Ofra decidió huir.
Se las arregló para venir a Nueva York, donde encontró a los amigos más recientes de su esposo vendiendo accesorios de fotografía en la Avenida Lexington. Ellos la ayudaron a alquilar un apartamento barato en Brooklyn. Enseguida comenzó un trámite con el Servicio de Inmigración y Naturalización.
El tiempo transcurrió, pero se negaron a darle una tarjeta verde. A pesar de ser una cirujana altamente calificada, tuvo que aceptar trabajos esporádicos que sus amigos le conseguían: limpiar la casa o la oficina de alguien, cuidar de ancianos enfermos o de inválidos - trabajaba en cualquier lugar donde le pagaran en efectivo…en aquellos trabajos de los que los norteamericanos se mantenían lejos.
Casi todo el dinero que ganaba, iba a parar a los abogados de inmigración, aunque todavía les quedaba lo suficiente como para pagar un semi-sótano pequeño y comprar comida modesta. Y la vida continuaba…
…Hasta ese horrible día, en que una banda de roqueros locos mataron a su hijo con sus motocicletas.
Un pensamiento repentino puso fin a los recuerdos de Harvey:
_ ¡Qué coincidencia que Ofra vino a trabajar a mi clínica! ¡Ella es una inmigrante ilegal! ¡Nadie va a buscarla! Ella misma tomó la decisión de formar parte de un experimento riesgoso para la vida - bueno, hacía más de un año, ¡pero ella completó y firmó todo el papeleo! Ella deseaba ser útil para la ciencia.
Miró el reloj:
3:12 a.m.
_ ¡Ya es hora de hacerles una visita a Joe y Susan! _ el cirujano se dijo a sí mismo, controlando sus jeringas y dirigiéndose a la Planta Nº 11.
La habitación está en silencio. Los agotados amantes están profundamente dormidos, uno abrazado al otro. Taylor les colocó una inyección a cada uno y se fue de la planta, cerrando la puerta con cuidado.
Las calles nocturnas estaban desiertas, por lo que el viaje de Harvey al Castillo Místico no duró mucho. Luego de preparar todos los instrumentos que necesitaba para la operación, Harvey empacó todo en dos valijas y las colocó en el baúl de su gran automóvil.
Camino a la clínica, Taylor se detuvo en la casa de Ofra.
Esa primera noche, Harvey le había ofrecido a Ofra no solo formar parte del experimento, sino también trabajar como cirujana en su clínica. Resultó ser una doctora talentosa y experimentada que siempre entendía a Taylor durante las operaciones complicadas. Pronto se volvió irremplazable.
Se amaron apasionadamente, pero no duró mucho. Sus sentimientos comenzaron a enfriarse recíprocamente, y sus relaciones eran ahora estrictamente laborales.
Harvey tocó el prominente botón del timbre, y un sentimiento de pérdida arribó a su corazón una vez más. Abatido por los eventos de esta horrible noche, Taylor le dijo adiós a su pasado.
Cuando sonó el timbre, se encendió la luz en la casa, y un momento después Harvey vio la silueta de Ofra en la ventana. Este tipo de llamadas de emergencias a la noche tarde, cuando el doctor Taylor venía o enviaba a alguien a buscar a Ofra para una operación de urgencia, había sucedido antes; es por esto que la mujer no tardó en prepararse. Pronto estaban sentados uno al lado del otro en el automóvil, viajando a gran velocidad por una ruta nocturna mojada hacia la clínica St. Mark. Intercambiaron amablemente las últimas noticias y luego comenzaron a hablar sobre los detalles de la cirugía de urgencia venidera.
3:27 a.m.
Dos valijas pesadas con instrumentos era una razón lo suficientemente natural como para ingresar al hospital por el estacionamiento del subsuelo; por eso, Ofra no sospechó nada. El cirujano y su asistente - recientes amantes, ahora solo amigos- tomaron el ascensor hacia sus oficinas para prepararse para la cirugía.
Ella acababa de ducharse.
Con sus ojos todavía cerrados, Ofra se estaba secando su cuerpo con una toalla gruesa. De pronto, sintió los labios de Harvey en sus hombros; sus manos les cubrían sus senos con fervor.
Sucumbiendo ante la fuerza de la pasión que Harvey demostraba, Ofra dejó caer la toalla al suelo. No tuvo tiempo de ver la frialdad que los ojos de Taylor irradiaban.
Una rápida inyección, y la mente de Ofra está girando en espiral hacia lo profundo de la oscuridad…
La potente luz del reflector principal enfatizó los dos cuerpos interconectados por varios cables, tubos y sueros. Lámparas de color de los aparatos médicos están destellando en el fondo. El cuerpo amarillo-verdoso y sin forma del señor Stanson contrasta pronunciadamente con la belleza de las líneas y curvas del cuerpo de Ofra.
La mirada de Harvey se posó sobre el rostro plácido de Ofra, luego se deslizó desde su boca entreabierta hacia su perfecto cuello, y se detuvo en sus caderas redondeadas. Taylor se tuvo que aplicar una inyección a sí mismo, porque sintió que estaba perdiendo sus fuerzas y la habilidad para actuar.
Segundo a segundo, la dopamina va liberando la mente del cirujano del sentimiento de compasión. Ya no existe duda alguna; y los hechos del pasado parecen no tener ninguna conexión con el presente.
Un minuto más tarde, sintió la suavizante frescura de sus guantes estériles.
Cuatro horas después, la complicada operación había terminado. Cociendo la última puntada de sutura en el cuerpo de Stanson, Taylor siente pena de no haber tenido tiempo para un transplante de corazón.
_ Ahora sólo espero que el corazón del señor Stanson, cuyo cardiograma parece el de un hombre de cuarenta, no empiece a funcionar mal..._ se dijo el doctor Taylor a sí mismo, mientras encendía el sistema de transfusión sanguínea.
El catéter actúa como parte importante en este proceso - la vieja sangre de Stanson está circulando directamente hacia la red cloacal, mientras que su propio sistema circulatorio se llena de una solución biológica especial. Más tarde, esta solución será reemplazada por sangre nueva, la sangre que pertenecía a Ofra.
Taylor llevó a Stanson a su guardia; luego regresó a la sala de operaciones. Ofra lo estaba esperando allí, con su abdomen completamente eviscerado.
Algo se rompió dentro de él. Este sentimiento lo estaba arrastrando hacia abajo, hacia la oscuridad, haciéndolo sentir nauseabundo y vacío… Se cayó…
…Un largo cigarrillo, convertido en un palillo gris de cenizas que está indefectiblemente cayendo sobre su vestido… cayéndose a pedazos en el aire, convirtiéndose en algo sin peso e invisible…
Su tambor interno comenzó a latir otra vez y se materializó en el pensamiento:
_ Retira el cuerpo de Ofra. ¡Debe desaparecer! ¡De lo contrario, todo es en vano!
Este pensamiento requirió de otra inyección de dopamina.
7:04 a.m.
En el transcurso de su investigación secreta, el doctor Taylor había inventado un sublimador para deshacerse de los remanentes de los animales usados en los experimentos. La máquina se constituía a base de un horno microondas extremadamente potente y transformaba los remanentes en pequeñas espigas que fácilmente se convertían en polvo. El extractor conectado al sublimador eliminaba los malos olores.
_ Pero en el sublimador sólo hay espacio para animales pequeños…_ un poco preguntó, un poco confirmó el cirujano, y se dio a si mismo una respuesta instantánea:
¡Para poder deshacerme del cuerpo muerto de Ofra, la tengo que cortar en pedazos! ¡El tiempo corre, la ronda matinal se aproxima, y el personal estará llegando a la clínica en un rato! _ Una voz interna advirtió a Harvey y su tambor interno golpeaba cada vez más fuerte. A pesar de que las personas de su piso estarán dormidas por otro par de horas, comenzó a apurarse de todos modos. Utilizó todos los instrumentos que encontró para dividir el hermoso cuerpo de Ofra. El quirófano parecía un matadero: oscuros charcos de sangre inundaban toda la sala, trozos de tejido y huesos volaban por doquier luego de ser cortados con una sierra circular locamente rápida.
Luego de serrucharle la cabeza y los miembros, Taylor giró para romperle los huesos de la pelvis cuando de repente notó el útero de Ofra agrandado - estaba embarazada...
1.4 EE.UU. Colinas Desesperanzadas. Otoño de 1989.
Stanson se estaba recuperando. Los resultados de las pruebas post operatorias impactaron a los doctores de Stanson, especialmente a su doctor de cabecera de “La Mejor Compañía de Seguros”.
La condición de salud maravillosa y el fantástico estado de ánimo del candidato a Senador no dejaron ninguna duda de su exitoso tratamiento. Un mes y medio más tarde, Stanson se fue de la clínica manejando él mismo su auto - no confiaba en su chofer malasio. Tal actitud provocó un estallido de indignación: Los Sindicatos de los Trabajadores de Color, los Gays, las Lesbianas, y los Sin Hogar organizaron una protesta delante de la Casa Blanca. Ellos culpaban a Stanson por discriminación racial y por falta de respeto hacia las minorías. Hubo una ola de liberaciones masivas en todo el país. Además, Egbene Mogubu Dzbere, el chofer del señor Stanson, se cambió el sexo e hizo muchísimo dinero publicitando las siliconas mamarias de “ella” en una de las revistas de California.
Los investigadores y estudiantes elogiaban el talento del doctor Taylor y no dejaban de felicitar a Stanson por su recuperación. Los títulos del diario relumbraban. Todos y cada uno de los noticieros transmitían una entrevista, ya sea con Stanson o con Taylor, o bien con alguna estrella científica, siempre poniendo los impresionantes senos de Dzbere como imagen de fondo.
A la luz de estos festejos de libertad, el aumento en los precios del gas, la leche, los productos frescos, las frutas y la carne pasaban desapercibidos.
Felices con la recuperación de su ídolo, los terratenientes les prometían a sus inquilinos que les aumentarían el alquiler no más de un diez por ciento.
Con el importuno WWW.com-cuyas letras negras traían a la mente las cucarachas provenientes de todos los puntos y que volaban rápidamente por entre medio de las páginas- EE.UU. ingresó a la era de su máxima prosperidad.
En agosto, el doctor de cabecera del señor Stanson publicó un informe sobre el estado de salud del político. El documento establecía que Stanson no solamente se había recuperado de su enfermedad, sino que los procesos biológicos de su organismo han cambiado de manera drástica: ¡el avance de la edad ha aminorado a gran escala!
Y, una vez más, el nombre de Harvey Taylor aparecía en los diarios y en las revistas científicas. Fue invitado a numerosos simposios internacionales, conferencias médicas y reuniones. Las sociedades médicas de todo el mundo esperaban ansiosamente los discursos de Taylor con una descripción detallada de sus métodos. Su e-mail quedó literalmente obstruido con innumerables mensajes; sus teléfonos y faxes no dejaban de sonar. Ancianos ricos de todo el mundo le rogaban su ayuda, enviando a sus representantes (¡y no sólo a hombres!) con regalos.
Los dueños de “La Mejor Compañía de Seguros” podían respirar tranquilos ahora: Taylor los ayudó a ahorrarse varios cientos de millones de dólares -una compensación que debían pagar a la familia de Stanson en el caso de su fallecimiento. Los propietarios de la compañía demostraron un poquito de generosidad y le brindaron al St. Mark's un cuarto de un millón para nuevo equipamiento médico. La desaparición de uno de los médicos de la clínica parecía realmente insignificante en medio de esta excitación por los festejos. Así y todo, el doctor Taylor llevó a cabo procedimientos para averiguar por qué Ofra no estaba viniendo a trabajar. Cuando descubrió que ya hacía bastante tiempo que los vecinos de Ofra no la habían visto cortando el césped los domingos por la mañana, Harvey dio aviso inmediato a la policía. La policía comenzó a investigar.
En una de las conferencias de prensa, el Senador Stanson, quien parecía y se sentía mucho más joven ahora, anunció el día de su recuperación como su segundo nacimiento. Además, realmente sorprendió a los camaradas de su partido realizando una declaración que él no requiere el retiro de las tropas rusas de los pueblos ocupados en el Alto Karabaj. Esto resultó gracioso a los líderes de la comunidad judía, quienes se apuraron a declarar que ellos no tenían nada que ver con esta decisión de Stanson.
El siguiente gesto admirable fue en nombre de Stanson: le entregó un presente a Harvey - un cheque por un millón de dólares.
Normalmente alejado del ajetreo de la alta sociedad, Harvey se vio envuelto en este círculo interminable de recepciones oficiales, y hasta tuvo que organizar una fiesta en su propio Castillo Místico.
Un multitud exaltada - Stanson y su gente, los colegas de Harvey, varias estrellas del cine, la radio y la televisión popularmente conocidas (y otra gente vestida de etiqueta a quien Taylor era la primera vez que veía en su vida) llenaron la casa y el jardín. Comieron hasta hartarse toda la comida oficial, mientras disfrutaban del ambiente relajado y confortable de su Castillo Mágico. Sonoras carcajadas y fuertes exclamaciones se oían por todo el lugar. Harvey pasaba de una compañía a la otra. En el transcurso de esta danza circulante, perdió de vista a Liz. Apenas se vieron durante estos últimos meses y Harvey esperaba pasar esta noche con ella. Trataba de encontrarla, yendo de habitación a habitación con la botella de whisky en la mano. Para cuando había recorrido toda la casa dos veces, la botella estaba por la mitad. No podría cruzar la recepción por tercera vez - la oscuridad y el alcohol eran los culpables. El doctor Taylor se cayó dormido al suelo.
Un repentino ritmo de rock-and-roll, junto con la luz brillante que lo salpicaba desde la pieza de cristal bajo la cual yacía, invadió su sueño. El susurro apasionado y el aroma del perfume que él conocía tan bien, lo tornaron completamente sobrio.
Vio a Liz sentada arriba del doctor Joe - su estudiante post graduado de la República Popular de China! ¡Fue el doctor Taylor quien lo hizo conocido a Joe y lo llamó el orgullo del departamento de anestesia de su clínica!
Siendo un testigo involuntario del dueto erótico entre ambos, Harvey no se movió. Sólo después de que los dos acabaran, se levantó de la alfombra, llevando su plato de papas fritas.
Harvey creció en un país democrático y libre, por eso pensó que una hermosa mujer casada como Liz podía elegir sus compañeros sexuales como más le gustara. Ni siquiera se sintió celoso. Tampoco deseaba vengarse, ¡de ninguna manera! Lo único que lo preocupaba era que los amantes pudieran sospechar que él fuera un masculino salvaje en guardia para atraparlos haciéndolo…
En realidad, hubo un momento propicio para que Taylor revelara su presencia -cuando Liz cayó de rodillas completamente exhausta. Incluso Harvey avanzó un paso para decir algo como “el acoso sexual no es lo mismo que la libertad en el comportamiento sexual” pero… la pareja retornó a su juego amoroso. Esta involuntaria observación a Liz chupando el pene de Joe tan excitadamente; los quejidos de puro éxtasis de ambos, la música, este olor tan conocido de SU mujer, o, quizás, algo más, no relacionado con esta entretenida demostración sexual, lo llenó de una energía salvaje, indomable.
De un instante al otro, se dio cuenta de que, a pesar de todo su éxito y de todo su dinero, seguía siendo un alma pobre y solitaria…
Siento como que estoy en una habitación oscura sin ningún lugar adonde ir. Es como si quisiera salir pero mi alma sigue diciendo que no. Necesito a alguien con quien hablar, tal vez, alguien a quien le importe. Alguien que me hable, me escuche y que me muestre que el amor está allí. Ves, esta habitación es un mundo lleno de SIMULACIÓN: hombres SIMULADORES, que simulan dar una mano solidaria; damas SIMULADORAS que hacen como si quisieran ser tu mujer. Así que, seré feliz, tal vez podría serlo. Pero en este preciso momento, oigo risas SIMULADAS, gritos alegres que piden ayuda _ sentimientos SIMULADOS que lentamente comenzaron a derretirse. Cuando salga de este mundo lleno de simulaciones en el que estoy, conseguiré a alguien que me rescate. ¡Para que, así, todo esto termine!
El cara triste de Ofra… Su hermoso y pacífico rostro cubierto en sangre y pequeños remanentes de huesos serruchados, aparecieron de repente delante de Harvey preguntándole:
_ ¿Por qué? ¿Para qué?
Sin prestar atención alguna a los asombrados amantes, Harvey salió corriendo de la habitación, y en un minuto, su automóvil se dirigía a alta velocidad por la autopista nocturna.
1.5 Washington. Aeropuerto Internacional
El Aeropuerto lo recibió con su típico ajetreo.
_ ¡No importa dónde, siempre y cuando pueda poner punto final a todo esto!_ Los ojos de Harvey leían a la ligera la pantalla con la información de vuelos. _ ¡Muy bien, el próximo vuelo es… AIRCOMPANY 7546… a París! ¡El check-in y el abordaje ya han comenzado! Tarareando “Amo a París en el verano…”, Taylor se dirige hacia el escritorio del check-in. Sin embargo, no fue tan fácil comprar un pasaje en el momento. Sólo la carta de invitación al simposio internacional en Macondo, que resultó quedar traspapelada entre las páginas de su pasaporte, impresionó a los representantes de AIRCOMPANY.
Sin embargo, el excitado pasajero que miraba nervioso su reloj, no podía sino atraer la atención de los detectives del aeropuerto. Su licencia de conducir, el pasaporte y las tarjetas de crédito -las únicas pertenencias de Harvey- se verificaron con sumo detenimiento. Hasta hicieron algunas llamadas telefónicas para corroborar su identidad. Finalmente, el dichoso poseedor de un pasaje a París subió al avión, se desplomó en su asiento y se quedó profundamente dormido.
1.6 A bordo del avión. Vuelo 7546 “Washington-París”
_ ¿Desea algo para beber, señor?_ Una joven azafata le está sonriendo vivazmente. Él le clava su mirada atontada, todavía sin darse cuenta dónde está y qué está sucediendo. Su garganta está seca; le gustaría tomar algo frío en este momento.
_ ¡Oh, sí, por supuesto! Agua mineral, por favor. ¡Con mucho hielo! Las burbujas hormigueantes trajeron al Profesor de vuelta a la vida. Mirando su rostro sin afeitar y un tanto agobiado, y su cabello despeinado reflejándose en el vaso, Taylor descubrió que su apariencia era un tanto extravagante; ahora vio por qué la azafata le guiñó un ojo.
El agua mineral hizo su trabajo - el cirujano no logró contener un efecto de retorno del gas y primero soltó un fuerte eructo, luego se tiró un gas.
_ ¡Perdón! _ Mira a su alrededor de manera triunfante, listo para enfrentar comentarios duros de los pasajeros furiosos con su comportamiento. Sin embargo, a nadie de la cabina de la clase comercial parece importarle.
_ ¿Usted sabe lo que es un HIPO?_ Harvey le preguntó a su vecino japonés y se respondió a sí mismo, _ Es un PEDO que se perdió.
A pesar de que el oficial de AIRCOMPANY afirmó que “¡no hay y no habrá ningún asiento disponible!”, el avión resultó estar casi vacío. Luego de buscar en los bolsillos de su traje, encontró un cigarrillo bastante arrugado. Alisándolo, Taylor se desabrochó el cinturón de seguridad, se levantó y caminó tambaleando hacia el bar. Después de volver a tomar un poco más de agua con hielo, Harvey le habló al encargado del bar sobre nada. Estaba a punto de regresar a su asiento, cuando una mano demasiado impregnada de algún perfume moderno apenas lo tocó.
_ Escucha, dulce, te vi en televisión cientos de veces. ¿Eres político? ¡Ah no, eres actor! ¡Te vi en una película! ¡Y - te - he - deseado - desde - entonces! Sus tentadores senos se movían en el escotado y revelador cuello de su vestido, bien cerca de la cara de Harvey. No tuvo tiempo de ver el rostro de la dama: la mano de ella se deslizó por sus calzoncillos, no encontró nada, aunque igualmente despertó el insoportable deseo dentro suyo. El encargado del bar no presto atención al extraño comportamiento de los pasajeros, así que, cuando se encerraron con llave en el baño, ya estaba hablando con otro cliente. El baño del avión es demasiado pequeño para los dos. No obstante, un penetrante olor a pino y el lustre del acero inoxidable hizo que la situación fuera especialmente picante. No tuvo que desvestir a la dama. Hambrienta de placer, se levantó el vestido de seda de tal manera que cubrió su cabeza, y se dobló sobre el lavatorio. El cirujano agarró sus espléndidas nalgas rosas -su flor desnuda ya estaba abierta, goteando su jugo.
Después de desabrochar su cinturón y dejar caer libremente sus calzoncillos blancos con rayas de seda en el suelo del baño apenas mojado, Taylor estrechó esas espléndidas y audaces nalgas en sus manos. La penetró tan fácilmente que era como si hubieran sido parejas desde hace tiempo. Y no solo la penetró, sino que se zambulló dentro de ella, permitiéndose sentir este cuerpo desconocido, comprendiendo en cada movimiento suyo todo lo que le había estado perturbando durante todas esas duras semanas.
Cuando acabaron, Harvey se puso los pantalones y salió, dejando a la dama en la misma posición, sin siquiera haberle visto su rostro.
1.7 Francia. Aeropuerto Charles de Gaulle.
La terminal de AIRCOMPANY en París no es tan distinta a tantos otros aeropuertos en todo Estados Unidos, ni en el mundo entero. Sólo la música del idioma francés, en el cual se hacen los anuncios, confirma la realidad de su largo viaje, la mayoría del cual, el cirujano se lo pasó durmiendo.
Su traje blanco de etiqueta de antes, estaba ahora arrugado y manchado. La camisa sucia y deslucida, el cabello revuelto, una barba de dos días y un curioso brillo en sus ojos llamaban la atención de todos. Una misteriosa fanfarronada surgió en Harvey: coqueteaba con las damas que trabajaban en el aeropuerto, y hasta intentó hacerse el chistoso con los policías.
Sólo se tranquilizó en la peluquería, donde se abandonó a merced de un corso[1] de aspecto extravagante. Apenas apareció un cliente, el corso se puso a trabajar. Sus manos despegaron vuelo, destellando con instrumentos, como si estuviera haciendo no un simple corte de cabello, sino llevando a cabo una danza ritual antes de comerse a su víctima.
Harvey cerró los ojos y los abrió sólo cuando el agudo ruido metálico del acero y el aliento caliente del corso dieron paso a una pregunta corta:
_ ¿Le gusta, señor?
Le gustó. Taylor pagó en dólares, lo que provocó un espeso torrente de agradecimientos, buenos deseos y bendiciones. Terminado el corte de cabello, el cirujano se dirigió al "Free Shop". Luego de comprarse jeans, zapatillas, un par de camisas y algunas otras cosas, le dejó su blanco traje como propina a una vendedora. Enseguida, una oleada de múltiples voces de pasajeros lo arrastró hasta una parada de taxi.
Respiraba profundamente el aire fresco que lo excitaba con su penetrante olor a una lluvia reciente. La fila de personas que ansiaban tomar un taxi era mucho más larga que la fila de autos esperándolas. Para pasar el tiempo, Taylor contemplaba a los gorriones que alegremente chapuceaban en un charco. El profesor también quería bañarse, pero, antes que nada, quería comer. Mientras esperaba un taxi, pensaba en los mejores restaurantes de París, anticipando la exótica comida que pediría: “Camarones al limón", “Pata de ternera”, “Vino Borgoña”.
Harvey estaba tan ensimismado en este pensamiento que casi perdió su taxi. Tampoco prestó atención a unas personas jóvenes que lo miraban familiarmente, sin perderse ninguno de sus movimientos desde que el norteamericano se presentó en el Sector de Arribos.
_ ¡Montmartre, por favor! _ ordenó Harvey con voz alegre, poniéndose cómodo en el asiento trasero del taxi.
_ Otra vez Montmartre, _ murmuró el taxista. _ ¡Estos norteamericanos se volvieron locos, todos empiezan por Montmartre!
_ ¡Eh, amigo! ¿Tiene algo en contra de los norteamericanos?_ Harvey estaba poniendo su casi olvidado francés en práctica.
_ ¡Oh, no, señor! ¡Usted me malinterpretó! ¡Lo que dije fue que a todo el mundo le gusta nuestro Montmartre!
_ ¡No me extraña! ¡Es verdaderamente magnífico!
_ ¡Uno puede sacrificar cualquier cosa en el mundo sólo por la Basílica del Sacré-Coeur! Y su francés es muy bueno. ¿Usted vivió en Francia?
_ No que haya vivido aquí pero vine con bastante frecuencia. ¿Qué pasó con las chicas de Place Pigalle?[2]
_ El nuevo alcalde decidió trasladar… a las chicas más lejos, ¡viejo idiota!
_ ¿No quedó nada para mí?
Los dos se rieron y comenzaron a intercambiar chistes picantes.
Mientras tanto, el taxi dejó atrás el laberinto de rutas del aeropuerto, subió por un viaducto aireado y tomó la autopista.
_ No creo recordar esta ruta. ¿Es nueva?
_ Ah, sí. Se habilitó para el tránsito hace 6 meses.
_ ¿Así que ahora podremos olvidarnos de los embotellamientos de París?
_ ¡Llegaremos allí en 30 minutos!
[1] Corso: Persona oriunda de Córcega, isla francesa en el Mediterráneo.[2] Place Pigalle: Zona roja en París.
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